domingo, 29 de noviembre de 2015

¿Sabías que...? Sorpresa: oración, muerte...



¿Sabías que si rezas por alguien que ha muerto hace años, tu oración de este momento puede haber servido a esa persona en el instante de su muerte?

El martes por la noche en el encuentro on line de Evangelización Digital nos dijo eso el Obispo. No sabía si había oído bien o mal, pero luego pensando eso de que Dios al ser creador de todo, está fuera de la creación, incluido el tiempo, me parece lógico.

Y creo que es una maravilla el saber que la oración sirve también en ese sentido.


RezarPorLosDifuntos.redimensionado





Quien quiera se puede llevar la imagen.






 

4 comentarios:

  1. Sí. Es imposible que nos entre en la cabeza que el tiempo, en realidad, es una ilusión, una construcción de nuestro cerebro. Hay quien dice que es una propiedad de nuestro cerebro, de modo que, al ver la realidad, la vemos siempre a través del filtro del espacio-tiempo. Por eso quienes nos han precedido en la muerte saben que vamos a estar allí enseguida, porque ellos no están ya sujetos al tiempo.

    Todo esto sólo lo podemos entender como teoría, claro.

    Un abrazo.

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  2. Me has hecho pensar Leire :)
    No sé, igual no te he entendido bien. Yo creo que el tiempo sí que es real, vemos como van pasando los días en nuestra vida. Pero pienso que como Dios es el creador, es como cuando construimos nosotros algo, que nosotros no formamos parte de lo que construimos, no nos regimos por las mismas leyes, pues algo así con Dios y su creación.
    Otro abrazo para ti y feliz lo que queda de domingo.

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  3. Yo estoy en que el tiempo no existe para Dios y sí para los hombres. Los argumentos que Leire parece aceptar son los de Kant, y los de Clara María, los del más sano realismo.

    El idealismo kantiano ha sido el padre de la Ilustración, el padre de la división intelectual y moral de Europa y el padre del relativismo y el escepticismo. Escribió este buen señor un libro que lleva por título, nada menos: “La religión dentro de los límites de la razón”. Y allí, domesticaba a Dios, le negaba el derecho a misterios y milagros (como la Encarnación o la Resurrección) y lo ponía a pan y agua en tanto Él no se limitase a acatar esas leyes de la razón.

    Y precisamente este escepticismo parte del principio de las dos categorías espacio-tiempo: como no podemos captar nada sin ellas, nuestro conocimiento nunca será firme, porque no llegamos a captar lo que hay más allá de ellas.

    Frente al kantismo, se alza el realismo más sano del hombre de la calle. Y del tiempo dice el realismo que es el “número (medida) del movimiento según un antes y un después” (creo que es Santo Tomás), y del número, que es la “multitud medida por el uno” (Santo Tomás o Aristóteles). Es una realidad extremadamente misteriosa, pero eso no supone que no podamos entenderla en parte.

    Porque, sea cual sea la realidad del tiempo, lo mínimo que se me tiene que conceder es que se sustenta en la realidad: tiene, como se dice, “fundamento en la realidad”, si es que hay movimiento y si es que es mensurable.

    Ahora bien, si tiene fundamento en la realidad, entonces no cabe duda de que participa de la realidad, de que participa del ser, de que existe.

    Fue famosa, por cierto, la frase de aquel profesor mío cuando dijo: “…y cuando la metafísica no cuadre con la realidad, ¡no tiren ustedes la realidad por la ventana! Tiren la metafísica”.

    Porque la realidad es la verdad.

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