domingo, 5 de junio de 2016

Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

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Este viernes pasado, 3 de junio, me consagré al Sagrado Corazón de Jesús.

Desde entonces me he encontrado con gente que me ha preguntado qué era eso y se lo he explicado, más o menos. Ahora lo pongo por escrito para quien tenga curiosidad.

En realidad, todo empezó cuando me consagré a María, o a Jesús por María, el 15 de agosto de 2014. Antes había conocido el Blog de Miguel que tiene mucho material sobre la consagración y me estuvo explicando él en qué consistía. A quien le interese se puede poner en contacto con él a través de su correo electrónico que podéis encontrar en su blog.

Voy a contar cómo veo yo esto de la consagración.

Lo primero es que no hace falta ser una persona especial como me ha dicho alguno; para Dios todos y cada uno somos especiales, y nos llama a todos, a cada uno según sus fuerzas. Lo único que hace falta es querer conocer más y acercarnos a Dios, a Jesús, a María.

Ya sabemos que a través de Jesús nos acercamos a Dios, y para acercarnos a Jesús tenemos a María, que es Su Madre y nuestra Madre, y la que mejor lo conoce y nos conoce para saber de qué manera presentar mejor todas nuestras cosas.

En realidad, nos consagramos para ofrecer todo lo nuestro, sufrimientos, el trabajo de cada día, oraciones... todo lo que hacemos en nuestra vida diaria, y lo ponemos en manos de María para que ella lo organice todo y se lo presente al Señor.

La verdad es que se vive más tranquilo y más feliz porque sabes que estás en buenas manos.

Lo de consagrarme el otro día al Sagrado Corazón de Jesús fue por lo que significa en mi familia, avanzando un poco más en este camino, pero es lo mismo, consagrarse a Jesús por María.

La fórmula de consagración que dije fue una mezcla que hice; cogí una de Santa Margarita María de Alacoque y le añadí un par de párrafos del Padre Alcañiz que me gustaron.

Uno de ellos es éste, que me parece refleja la realidad:
Corazón dulcísimo de Jesús, Rey de bondad y amor, gustoso y agradecido acepto con toda la decisión de mi alma ese suavísimo pacto de cuidar Tú de mí y yo de Ti, aunque demasiado sabes que vas a salir perdiendo.

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Así que ya sabéis qué hacer si queréis ser felices: consagraros a Jesús por María :)






Por cierto, me queda un recuerdo precioso de ese día, gracias a don Antonio, nuestro cura, y a quienes me acompañaron y estuvieron a mi lado en ese momento.

Gracias también a quienes rezaron por mí, se notaron las oraciones (incluso las de efectos retroactivos, todavía hay tiempo).




Y por aquí unos consejos de última hora para quien se vaya a consagrar:

NOCHE DE VELA DE ARMAS PARA CONSAGRARSE AL CORAZÓN DE NUESTRA DULCE SEÑORA






Como mi amiga Luisa me ha sugerido que debería haber puesto la fórmula de consagración que dije para que se entienda mejor, le voy a hacer caso, pero que conste que no es la original de la santa, tiene los párrafos añadidos.

Yo, __________________________, me doy y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, mi persona y mi vida, mis oraciones, penas y sufrimientos, para no querer servirme de ninguna parte de mi ser sino para honrarlo, amarlo y glorificarlo. Es mi voluntad irrevocable ser toda de El y hacer todo por su amor, renunciando de todo corazón a todo lo que pueda disgustarle.


Me consagro por tus maternales manos, María Santísima, y confío a tus cuidados el hacerme cumplir bien todas mis resoluciones.


Corazón dulcísimo de Jesús, Rey de bondad y amor, gustosa y agradecida acepto con toda la decisión de mi alma ese suavísimo pacto de cuidar Tú de mí y yo de Ti, aunque demasiado sabes que vas a salir perdiendo.


Yo te tomo, pues, Oh Sagrado Corazón, por el único objeto de mi amor, el protector de mi vida, la seguridad de mi salvación, el remedio de mi fragilidad y de mi inconstancia, el reparador de todos los defectos de mi vida, y mi asilo en la hora de mi muerte.


Sé, por tanto, ¡Oh Corazón de bondad! mi justificación para con Dios Padre, y aleja de mí los rayos de su justa cólera. ¡Oh Corazón de amor! yo pongo toda mi confianza en Ti, pues todo lo temo de mi malicia y de mi debilidad, pero todo espero de Tu bondad. ¡Extingue pues en mí todo lo que Te pueda desagradar o resistir! Que Tu puro amor te imprima con tanta presteza en mi corazón que no pueda jamás olvidarte, ni estar separada de Ti, a quien suplico, por todas tus bondades, que mi nombre sea escrito en Ti, pues yo quiero hacer construir mi gloria en vivir y morir en calidad de esclava tuya. Amen.


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